Frente al puerto de Split se encuentra el antiguo palacio de Diocleciano. Antiguamente fue un enorme palacio romano, pero el paso de los siglos ha hecho que la ciudad lo haya absorbido e invadido, y actualmente se encuentra integrado dentro de la misma como un barrio más, especialmente peculiar.
Entrada al palacio
Antiguamente el palacio llegaba hasta el mismo borde del mar. Actualmente el terreno de delante se ha expandido y alberga un moderno paseo marítimo, por el que paseamos tranquilamente viendo el atardecer. Junto al paseo se encuentra una de las entradas al palacio, a través de los sótanos romanos, los cuales se han convertido en una especie de mercadillo o centro comercial. Es curioso ver las tiendas montadas en las antiguas galerías perfectamente conservadas.
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| Entrando por los sótanos romanos |
Aunque cotilleamos por la zona no llegamos a entrar por aqui. Seguimos por el paseo hasta llegar al final del palacio y lo bordeamos para entrar por detrás. Las calles están muy concurridas, la cantidad de turistas es enorme. A través de las grandes calles llegamos a la entrada trasera del palacio. Junto a la entrada se encuentra la enorme estatua de Grgur Ninski, un obispo del siglo X que fue un defensor acérrimo del lenguaje croata, y al que se tiene especial aprecio en la ciudad. Es curioso observar como el pie de la enorme estatua de bronce es la única parte que reluce, con el aspecto de un metal que se ha frotado mucho. Según nos cuentan, es costumbre frotar el dedo del pie para conseguir suerte en algo que no recuerdo (maldita memoria la mía)...
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| El tal Grgur Ninski en bronce, menudo nombrecito... |
Por fin entramos en el famoso palacio. La abundante construccion de casas sobre la antigua estructura romana ha hecho que la mayoría de las calles sean estrechas y estén abarrotadas. Tal era la necesidad de espacio, que mucha gente construía sobre las calles entre los edificios, creando galerías donde antes había calles abiertas. Esta construcción tan desordenada ha formado un barrio realmente encantador, donde conviven casas completamente reformadas y de precios desorbitados con edificios desvencijados de la gente mas humilde. En el mismo centro de la ciudad, una oficina bancaria tiene en su centro un impresionante pilar romano que se integra con la decoración corporativa.
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| Las estrchas calles del Palacio |
La catedral
Callejeando llegamos al corazón del palacio, la catedral de Split. Esta catedral es una extraña mezcla, ya que se reutilizó el mausoleo de diocleciano y se le construyó una hermosa torre de estilo veneciano. Todo esto rodeado de construcciones romanas. El conjunto queda perfectamente integrado, y hace de este lugar algo especial.
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| La torre de la catedral de Split |
El color de la luz del sol durante el atardecer le da un toque especial a la torre. Las fotos no le hacen justicia, ya que resulta realmente preciosa.
Callejeando por el palacio
La catedral puede ser lo mas llamativo del conjunto, pero no es lo único que ver aquí. Guiados por nuestro conductor (natural de esta ciudad) empezamos a pasear por las estrechas y desordenadas callejuelas del palacio. Cada rincón es distinto del anterior y tiene su toque único. Desde enormes bloques de buganvillas creciendo sobre casas medio derruidas hasta escalinatas romanas en casas privadas. En una pequeña plaza descubrimos que las jardineras son antiguos sarcófagos tallados. Pequeños puentes y galerías unen edificios por encima de las calles. Realmente recomiendo el paseo a cualquiera que visite la ciudad.
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| Una de las múltiples callejuelas del palacio |
Durante el agradable paseo, la noche se nos echa encima, y con ella la hora de cenar. Es una pena no poder disfrutar mas tiempo de la ciudad, pero de nuevo, mañana madrugamos, y tenemos que estar frescos para otro intenso día, así que volvemos al hotel para prepararnos para otro día más.
Mañana cogemos el autobús de nuevo para ir primero a Trogir, pasar por Sibenik y terminar en Zadar, donde haremos noche.
Buenas noches,
Rhadamon.
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