Egipto 2011: Dia 8: El Cairo

Nos levantamos pronto, con la pena de saber que esta noche dormiremos en casa. Hoy visitaremos la ciudad por la mañana para coger el avión por la tarde, de vuelta a la realidad.

El museo de El Cairo

Nuestro primer destino hoy por la mañana es el Museo Arqueológico de El Cairo. Hacemos un esfuerzo por intentar ir lo antes posible, ya que es un destino turístico muy importante, y a media mañana la cantidad de gente que hay en el museo es exageradamente alta. Según nos acercamos, nos llama la atención los enormes controles policiales que rodean el museo. Los atravesamos sin ningún problema, aunque muy a mi pesar no me dejan pasar la cámara, así que la dejo en el autobús. Tras unos cuantos arcos de seguridad y un montón de gente con metralletas, entramos finalmente en el museo. Fuera quedan inmensas hordas de turistas preparados para entrar haciendo cola. 

El recorrido del museo está pensado para hacerse en un sentido cronológico. Sin embargo, la enorme afluencia de gente hace que dentro de unos minutos la cantidad de gente sea tal que los grandes atractivos del museo sean casi inaccesibles. Por recomendación del guía, nos saltamos toda la primera parte del museo y subimos a la segunda planta, adelantando a las grupos grandes. Según llegamos arriba comprobamos que lo que decía era verdad, arriba hay mucha menos gente, ya que todavía siguen en el piso de abajo. 

Ya con mas calma, nos va enseñando los innumerables tesoros que guarda el museo. Realmente es increíble la cantidad de cosas que hay. Casi no tienen sitio para guardarlo, las antiquísimas antigüedades se hacinan en los armarios de madera. Pasillo tras pasillo vamos quedando cada vez mas impresionados. Tras un rato, llegamos a una de las joyas del museo, la Sala de Tutankahmon. Nuestra estrategia ha funcionado, y la sala está casi vacía. Según entramos, nos quedamos ojipláticos de lo que encontramos ahí. El espectacular y famoso sarcófago es solo uno de los maravillosos tesoros que se encontraron en la tumba de este joven faraón. Parece increíble pensar que su tumba era una de las más pequeñas del valle de los reyes. Salimos de la sala cuando ya empieza a haber tanta gente que resulta difícil moverse.

La máscara de Tutankamón (por flydime)

Salimos de la sala para seguir encontrando un tesoro tras otro, desde ingenios mecánicos de lo mas curiosos hasta espectaculares carros de guerra, pasando por enormes estatuas y momias de todo tipo. Tras un rato en el piso superior, volvemos a bajar para ver todo lo que dejamos atrás antes, que nos impresiona igualmente.

Tras un par de horas recorriendo el museo (y solo haberlo visto deprisa y corriendo) salimos al exterior, volvemos a cruzar los controles policiales y nos montamos en el autobús para continuar nuestra ruta por El Cairo, esta vez con rumbo a a la mezquita de Alabastro.

La mezquita de Alabastro

Situada en un sitio privilegiado, en lo alto de una colina con grandes vistas de la ciudad encontramos la impresionante mezquita de alabastro. Debe su sobrenombre a que gran parte de ella está recubierta de este precioso material. El aspecto exterior, con sus decoradas fachadas y sus altos minaretes resulta impresionante. Sin embargo, el complejo que la rodea carece de ningún atractivo.

La mezquita de Alabastro

Rodeamos la mezquita para llegar al patio anexo a la misma, donde una preciosa galería de columnas, rodean a la fuente de abluciones, también dotada de una pequeña galería. Apenas hay un alma en el patio mas que un par de personas limpiando el suelo. Rápidamente llegamos a la puerta que da acceso al interior desde este lado, por la que entramos tras descalzarnos (y sacar los correspondientes velos para las mujeres). 

La fuente de abluciones de la mezquita de Alabastro

El interior de la mezquita es un espacio amplísimo, completamente enmoquetado y profusamente decorado en todas sus superficies. El intenso color rojo del suelo, el verde oscuro y los dorados del techo y los claros del alabastro crean preciosos contrastes que se ven incrementados por la peculiar iluminación de este tipo de espacios. Una gigantesca lámpara circular (típica de las mezquitas) cuelga del techo a escasos metros del suelo. A pesar de haber bastante gente, el lugar rebosa paz y tranquilidad.

El interior de la mezquita de Alabastro. Fijáos en la profusa y detallada decoración

Salimos por otra puerta a un patio anexo a la mezquita, que hace las veces de mirador, ya que la elevada altura del complejo ofrece una buena panorámica de El Cairo. La inmensa cantidad de polución hace que no podamos ver demasiado lejos. Sin duda en un día claro (si es que hay días así en esta ciudad) la vista debe de ser impresionante.

La tremenda polución de El Cairo

El barrio copto

Tras terminar de ver la mezquita volvemos al autobús para dirigirnos a nuestro siguiente destino, el barrio copto. En Egipto la religión mayoritaria es la musulmana. Sin embargo, estas creencias conviven con otras pequeñas minorías como son los ortodoxos coptos y los judíos. Esta minoría se centra en una zona de El Cairo muy pequeña, donde podemos visitar algunas de sus iglesias, con todas sus peculiaridades.

El único pero es que no permiten hacer fotos en los interiores, por lo que no me pude llevar demasiadas fotos del lugar. Aún así, alguna conseguí tomar sin llamar la atención… :)

En la iglesia Copta

No es que se trate de una zona de excepcional belleza, pero tiene un punto curioso que resulta interesante. Coptos y judíos conviven dentro de este barrio, que esta aislado hasta tal punto que hasta tiene puertas propias (el barrio entero)

Las puertas del barrio copto

Jan el Jalili

Este barrio es una especie de mercadillo gigante donde cada espacio libre, rincón, local o calle se haya ocupado por una tienda, de diversos índoles. Ya habíamos venido de noche el primer día por la noche, y hoy toca verlo de día. Dar un paseo por el barrio es una experiencia que hay que vivir. Sin embargo, pese a la gran extensión de zona comercial, la variedad es muy limtada. Prácticamente todas las tiendas venden cosas muy parecidas, si no las mismas. Si sales de las calles mas grandes y callejeas un rato puedes encontrar sitios mas especiales, rincones que sin duda tienen mucha historia a sus espaldas. Mientras yo paseo con mi cámara, la gente aprovecha para hacer las compras pertinentes, adquiriendo los últimos regalos y souvenirs para cuando volvamos.

Las calles de Jan el Jalili

Colores en las tiendas del barrio

Una curiosa tienda que parece regentada por un gato...

Tras ver incontables tiendas de ropa, especias, pipas y recuerdos, salimos a tomar un té en una plaza aledaña al mercado. Nos sentamos en un agradable café a tomar un té, reírnos de las anécdotas del viaje y prepararnos para lo que todos nos temíamos: La vuelta a casa. Volvemos al hotel, donde nos aseamos, recogemos nuestras cosas y paseamos un último rato por los jardines. Siguiente parada: El aeropuerto de El Cairo, con destino a casa. Con pena, pero satisfechos nos despedimos de un país increíble, que nos ha sorprendido gratamente a todos, y que sin duda deja un recuerdo imborrable en todos nosotros.

Ha sido un placer, y buen viaje de vuelta,

Rhadamon.

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Egipto 2011: Dia 7: Rio Nilo y Poblado Nubio

Amanecemos un día mas en el Nilo. Hoy termina nuestra estancia en el crucero, que tan buenos momentos nos ha dado. Con pena, pero con unas expectativas ampliamente sobrepasadas, hacemos la maleta y la dejamos en la consigna.

Esta noche volamos de vuelta a El Cairo, pero antes vamos a hacer una pequeña excursión por el Nilo a un poblado Nubio que se encuentra a orillas de éste.

Viaje en Falua

Tras un corto paseo, llegamos a un pequeño muelle donde una falua nos espera. Se trata de una pequeña embarcación a vela típica de esta zona. Una gran vela triangular de silueta claramente reconocible se eleva alta desde el frontal de la barca. La gobierna un simpático señor, claramente perteneciente al pueblo nubio. Su tez oscura y sus característicos rasgos son propias de este pueblo, propio de zonas mas al sur, pero que también residen en la parte sur de Egipto.

La Falua, un barco típico egipcio

Una vez estamos todos abordo, nos ponemos en marcha río arriba. Al cabo de 5 o 10 minutos de navegación, vemos acercarse a un par de niños montados en lo que parece una barca hecha por ellos mismos (sorprende que flote). Claramente vienen directamente hacia nosotros. Según llegan, lo primero que hacen es preguntarnos de donde somos, y según lo adivinan, y para sorpresa de todos, empiezan a cantar todo un repertorio de canciones en español desde su precaria barca. Entre asombro y risas, los niños van cantando trozos de canciones típicas en español. Según parece, se saben canciones en todos los idiomas. Estuve tentado de decirles que éramos japoneses… Hubiese sido divertido. No muy lejos vemos mas niños montados en cualquier cosa que flote (algunos simplemente encima de una puerta) que se dedican a lo mismo.

Un barco de los de "Do It Yourself"

La verdad es que aunque te ríes, este tipo de espectáculo es un poco triste. La cantidad de gente que hace cualquier cosa por ganarse unos eurillos es enorme, generando una impresión no demasiado buena. Al final, y tras ganarse unos eurillos, los niños se alejan en su embarcación (por llamarlo de alguna forma) con unos eurillos de propina. Al menos tendrán algo para cenar esta noche.

Mientras navegamos por tranquilamente por el Nilo, el patrón de la Falua empieza a sacar bolsas que tenía guardadas y en menos de un minuto ha convertido la pequeña embarcación en un mercadillo de productos de su pueblo. El guía, que hasta ahora nos había aconsejado no comprar nada, nos dice que esto si que merece la pena comprarlo, y que echemos una ojeada. Tras media hora, el hombre ha hecho su agosto, y todos están contentos con los regalos adquiridos. La verdad es que son bastante bonitos y originales… Yo no soy de comprar trastos, así que les dejo a los demás este tipo de placeres y sigo con mi cámara capturando las miles de escenas que aparecen y desaparecen a nuestro alrededor.

Mercadillo a bordo de la Falua

Jardín botánico de Aswan

Tras un rato de navegación, llegamos a nuestra primera parada: El jardín botánico de Aswan. Éste se encuentra en una pequeña isla en medio del Nilo, completamente aislada. Resulta curioso encontrar un lugar así aquí. Largos paseos discurren entre cientros de árboles, algunos realmente curiosos. Pierdo la cuenta de la cantidad de tipos distintos de palmera que encontramos durante el paseo. La casi ausencia de gente, junto con lo cuidado del lugar, hacen del paseo un lugar agradable. Tampoco es algo espectacular, pero proporciona un rato de descanso agradable. Los gatos corren a sus anchas por los jardines, así como multitud de pájaros.

Una de las palmeras del Jardín

Tras media hora de paseo por los jardines, volvemos al puerto del Jardín botánico, donde cogemos un pequeño barco a motor para seguir nuestro camino hasta el poblado Nubio. Por el camino vamos disfrutando del paisaje del Nilo, que incluye desde el día a día de los locales hasta  numerosos cruceros privados amarrados en las orillas que parecen sacados de una película.

Paseo a orillas del Nilo

Poco a poco vamos dejando atrás Aswan y sus alrededores, y las orillas del Nilo cada vez son mas salvajes y desérticas. Un rato después, llegamos a una pequeña playa donde numerosas embarcaciones como la nuestra están amarradas. En la orilla decenas de camelleros con sus camellos esperan a los turistas que bajan de los botes. Es una estampa curiosa, todos los camellos esperando a modo de parada de taxis…

Tras unas breves negociaciones entre nuestro guía y los camelleros, nos llevan hasta los que van a ser nuestro transporte hasta el poblado Nubio. La última vez que subí a un camello (un año atrás, en Jordania) el pobre animal no estuvo muy de acuerdo en llevarme encima y el tío intentaba morderme cuando estaba a su espalda. Estos fueron algo más dóciles, no protestó demasiado cuando vio cuanto pesaba.

Aunque es una turistada, tengo que reconocer que montar en camello es una experiencia muy divertida, eso sí, como no te andes con ojo te puedes ver en el suelo, y la verdad es que encima del bicho ese vas a una altura muy considerable.

Nuestro grupo a camello

Los camellos iban en fila, por un sendero en una duna junto al Nilo, y el paseo es realmente precioso. Una pena que es realmente corto, en unos 10 o 15 minutos ya has llegado al poblado, no sin haber hecho unas cuantas fotos del paseo antes. Los camelleros son gente bastante divertida, ponen nombres graciosos a los camellos y bromean con que hacen carreras entre ellos. Con signos te indican que les des la cámara y te hacen ellos la foto encima del camello. Yo personalmente valoro demasiado mi cámara como para dejársela, así que me conformo con hacer las fotos desde el camello. Eso sí, a una mano, ya que como no te agarres bien a la silla te arriesgas a una mas que probable caída.

El Nilo, poco antes de la presa de Aswan

Poblado nubio

Entramos en camello por las estrechas calles del poblado Nubio. De construcción sencilla y calles de arena, es notablemente distinto a las ciudades egipcias. Lo primero, por sus gentes. Acostumbrados al egipcio medio, llama la atención el cambio, ya que aquí todos son de piel muy oscura, con rasgos claramente distintos. La primera impresión que da es como si se tratase de una barriada humilde, separada de la civilización. No obstante, tiene un toque que hace que sea algo diferente, difícil de explicar. Es una construcción muy humilde con tejados de paja, tejados circulares y llamativos colores.

El poblado Nubio

Los camellos nos dejan en el patio de una casa, que hace las veces de centro turístico, cafetería y museo. Las paredes están pintadas de un azul claro característico de este pueblo. El color claramente contrasta con la arena, creando una preciosa combinación de colores. Nos sentamos a fumar una sisha y a probar algo de la comida típica nubla, que por cierto es difícil de describir: Sencilla, rica y muy distinta. El té y la pipa me sientan de maravilla en el agradable rincón donde estamos sentados. Diversas personas andan por el patio para entretener a los turistas, desde los tatuajes de henna hasta un pequeño cocodrilo al que puedes sostener en brazos (apenas de medio metro, pero ya impone).

Así de pequeñito y ya impone...

Una estrecha escalera lleva a un pequeño mirador improvisado en el tejado de una casa. Desde aquí se puede ver el poblado entero, de características muy similares a la casa en la que estamos sentados. Parece que el mirador hace las veces de trastero, ya que en una esquina encontramos apiladas las estructuras de varias camas… Supongo que no tienen demasiado sitio para guardarlas y el tejado siempre es una opción. De todas formas allí no creo que llueva mucho.

Salimos a pasear un poco por el poblado, donde encontramos coloridas tiendas de especias, donde los productos forman todo tipo de combinaciones de colores que adornan las modestas calles.

Las tiendas de especias en plena calle

De vuelta a El Cairo

Cruzamos el pueblo hasta llegar de nuevo al río, donde el barco nos espera para llevarnos de vuelta a Aswan. El viaje de vuelta por el río también nos regaló un montón de recuerdos geniales de esa tarde.

No queda mucho para que salga nuestro vuelo hacia el Cairo. Aprovechamos el tiempo libre para tumbarnos un rato en la terraza del crucero y disfrutar de el Nilo por última vez. Al cabo de un rato, nos vamos al avión que nos llevará al Cairo, donde dormiremos hoy. Mañana toca una última visita a El Cairo antes de volver a Madrid.

Nos despedimos del Nilo

Buenas noches!

Rhadamon.

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Egipto 2011: Día 6: Abu Simbel, Aswan y Templo de Philae

Hoy hacen 6 días que llegamos a Egipto. Nos levantamos mas temprano de lo habitual, ya que hoy vamos a coger un avión para hacer una escapada express a Abu Simbel para ver el famoso templo homónimo.

Volando sobre el desierto

Para nuestra sorpresa, el pequeño aeropuerto de Aswan es muy rápido, y apenas pasan 15 minutos desde que llegamos hasta que estamos montados en el avión. Todavía medio dormidos, el avión despega y nos lleva sobre cientos de kilómetros de desierto hasta nuestro destino. La vista del desierto desde el avión es preciosa, las enormes explanadas, lejos de parecer monótonas, presentan un paisaje espectacular. Para nuestra sorpresa, entre las montañas se pueden distinguir pirámides aisladas en medio del desierto. La franja azul y verde del lago Nasser es la única nota de color en el árido paisaje.

Tras algo menos de una hora de vuelo, sin apenas darnos cuenta llegamos al aeropuerto de Abu Simbel. Un autobús nos recoge y nos lleva directamente hasta las ruinas, que se encuentran realmente cerca.

Abu Simbel

El templo de Ramses II

El complejo de Abu Simbel cuenta con dos templos: El de Ramses II y el de Nefertari. La imagen mas conocida es la fachada del primero. Cuatro enormes estatuas guardan la entrada al templo. En su interior (donde no permiten hacer fotos) encontramos una amplia sala con columnas en la que se puede encontrar espectaculares representaciones cubriendo todas sus paredes.

Detrás del templo de Abu Simbel hay una historia muy interesante. Hace no muchos años, este templo iba a ser uno de tantos que iban a quedar sumergidos bajo el entonces futuro lago nasser. Como otros tantos, se incluyeron en un proyecto para mover estos templos a un lugar mas seguro. Pero este presentaba una dificultad adicional: Este templo estaba excavado en la roca, de una sola pieza, por lo que no se podía "desmontar". Un enorme equipo de ingenieros de múltiples nacionalidades (entre otras España) Cortaron la montaña, creando gigantescos bloques de piedra que reensamblaron en lugar seguro. La magnitud de la obra, unida a las dificultades propias de efectuarla en medio del desierto, lo convierte en una tarea titánica. Se tuvo mucho cuidado en mantener su orientación, ya que está diseñada para que un día específico del año el sol entre por la puerta y llegue hasta el fondo del templo.

El otro templo que podemos encontrar en el complejo es el de Nefertari, la esposa preferida de Ramses II. El tamaño de este segundo templo hace ver la importancia que tenía esta mujer, ya que casi rivaliza con el templo principal.

El templo de Nefertari

Al cabo de un rato, volvemos al autobús para coger el avión de vuelta. Al parecer coincidimos en el aeropuerto por la mujer de Mubarak y todo su cortejo, por lo que nos toca esperar.

Presa de Aswan

Directamente desde el aeropuerto nos dirigimos a la presa de Aswan. Esta presa es espectacular en lo que a magnitudes se refiere. Se diseñó para crear el lago Nasser, un enorme pantano artificial que se extiende cientos y cientos de Kilómetros (Abu Simbel está a orillas de este lago, y está a una hora de avión).

Un dato llamativo es que la energía que genera esta presa es (o era hasta hace no mucho) suficiente para abastecer a todo Egipto. La cantidad de agua que contiene es tan grande que si se rompiese, arrasaría el Cairo en unas pocas horas. De ahí que la presencia militar en la presa sea tan fuerte. 

Panorámica del Lago Nasser

Mas allá de la espectacularidad de las cifras y los tamaños, la presa en sí no es especialmente bonita.

Obelisco Inacabado

Uno de los símbolos mas característicos de la cultura egipcia son sus impresionantes obeliscos. Todos los templos importantes tenían uno o varios. Estos enormes monolitos de piedra tienen la impresionante característica de que están hechos de una pieza única de piedra. Dado su tamaño, se adivina la dificultad que entrañaba hacerlos y transportarlos.

En la ciudad de Aswan se encuentra una antigua cantera de piedra donde se ha encontrado uno de estos obeliscos en pleno proceso de creación. Esto ha permitido a los arqueólogos descubrir que técnicas usaban en su creación. El lugar es visitable, y resulta interesante. Desde aquí también podemos observar una curiosa panorámica de la fea ciudad de Aswan (si, la ciudad en sí no vale gran cosa).

El obelisco inacabado

Volvemos a ponernos en marcha, esta vez para tomarnos un descanso y comer algo, que llevamos en pié unas cuantas horas...

Templo de Philae

Después de la comida, ponemos rumbo al templo de Philae. Este templo, al igual que Abu Simbel, era uno de los muchos que iban a quedar sumergidos tras la construcción de la presa de Aswan. De hecho, parte de este templo hubo de sacarlo del fondo del lago con submarinistas, ya que no dio tiempo antes de llenar la presa.

Para llegar al templo cogemos una pequeña barca que parece que se va caer a pedazos, y cuyo motor echa un pestilente humo negro nada agradable. Por lo menos flota. A pesar de ello, las bromas y las risas de la gente compensan los pequeños "peros" de la barca. Al cabo de unos minutos, vislumbramos el templo.

El templo desde el lago

El templo ha sido reconstruido en una pequeña isla situada por debajo de la presa de Aswan, pero antes de la presa de los Ingleses, en el pequeño (comparado con el otro) pantano que hay entre ambas presas. La distribución original del exterior no se ha mantenido completamente, ya que en las zonas aledañas al templo podemos encontrar piezas de otros templos que se han colocado cerca de este. No obstante, al estar en el exterior no desentona para nada, y la belleza de estas zonas adicionales es también muy alta.

En el templo de Philae

El templo, al igual que muchos otros que ya hemos visto, se encuentra en un estado de conservación magnífico, y pasear por el resulta una experiencia alucinante. El hecho de estar situado en una isla en el Nilo le otorga todavía más encanto.

Nubes en el templo de Philae

Junto al templo, en uno de sus laterales, encontramos una construcción un poco posterior: El Quiosco de Trajano. Esta construcción, símbolo de la isla de Philae fue una ofrenda del Emperador romano Trajano a los dioses egipcios

El Kiosko de Trajano

Tras un rato de esparcimiento junto al Kiosco, en la orilla del lago, volvemos a montar en la cochambrosa barca y nos ponemos en marcha de nuevo. El paseo en barca nos ofrece un paisaje precioso. En el pantano multitud de garzas y garcetas campan a sus anchas, incluso cerca de la gente.

Una garza junto al templo de Philae

Mercado turísitico de Aswan

Como último punto del día, y fuera del planning, nos acercamos a dar un pequeño paseo por la zona donde está amarrado el crucero (nosotros vamos acompañados, ya que no nos recomendaron venir solos). El guía nos lleva al mercado turístico de Aswan. Este mercado no es gran cosa, pero tiene muchas tiendas de especias y las calles son anchas, lo que hace el rato mas agradable. Tras comprar en los sitios "recomendados", volvimos al crucero para la cena de despedida.

Nota importante: Aquí, al igual que en casi todas las tiendas de este país, nos dieron gato por liebre. Nos timaron malamente, así que ojo con lo que compráis.

Uno de los puestos del mercado

Cena y despedida del crucero

Después del largo día, volvemos al crucero para darnos una relajante ducha y disfrutar de la última cena a bordo del que ha sido nuestro hotel los últimos días. Tras una espectacular cena, con alguna que otra broma incorporada, nos vamos a dormir para descansar bien, ya que aunque dejamos el crucero, todavía queda mucho por ver, y seguimos teniendo muchas cosas que hacer los próximos días antes de terminar este espectacular viaje.

Nos despedimos del crucero...

Buenas noches,

Rhadamon.

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Vente a Alemania, Rhadamon!

Buenas!

Es sabido por parte de todos vosotros (mis ávidos lectores) mi gusto por viajar y conocer otros países y culturas. Este blog es una buena prueba de ello. En anteriores ocasiones estos viajes se han debido siempre al placer, y se han limitado a unos pocos días en los que intentar absorver todo lo que podía de cada sitio.

Para romper esta costumbre, esta vez un servidor se va de viaje, pero mi billete es solo de ida (al menos de momento). Hace unos días, y usando como excusa el trabajo, me trasladé a Pforzheim, un pueblo al sur de Alemania, en la zona norte de la selva negra. En principio por tres años, pero el destino dirá si es más o menos, ya que con estas cosas nunca se sabe.

Paseando por Pforzheim, la última vez que vine por aquí.

La localización de este pueblo es estratégica, está en el centro de Europa. Se me cae la baba cada vez que abro el mapa, centro el compás en mi casa y empiezo a trazar arcos: 100, 200, 300 Km... La cantidad de sitios que ver es impresionante.

De momento, aprovechando el tiempo libre, terminaré los viajes que tengo pendientes (Egipto, Grecia, Croacia (bis) )... Y mientras intercalaré algún que otro post de mis viajes por estas tierras teutonas. De momento os dejo un mapita del sitio.

Ver mapa más grande 

Nos vemos!
Rhadamon.

Egipto 2011: Dia 5: Templo de Kom Ombo y llegada a Aswan

Buenas!

Una vez visitado el templo de Edfú, el crucero se vuelve a poner en marcha camino de Kom Ombo.

Navegando por el Nilo

El viaje de ayer consistió principalmente en pasar la esclusa y un poco de paisaje de noche, por lo que pudimos disfrutar poco de la experiencia del viaje. Hoy tenemos un trayecto de varias horas de hacia Kom Ombo.

El trayecto discurre por una zona sin apenas poblaciones, por lo que las orillas discurren por zonas un tanto rurales, para el deleite de los turistas. De igual forma que en el trayecto hacia Abydos y Dendera, estas escenas reflejan un Egipto mucho mas real que el visto en las turistadas de las principales atracciones del país.

Carrera de cruceros

Es muy llamativo ver a todos los cruceros, uno detrás de otro, echando carreras entre ellos. Como la velocidad de navegación es prácticamente la misma en todos, los adelantamientos suenan mas a coña que otra cosa, ya que tardan varios minutos en sobrepasarlo (con la consecuente coña de la gente en cubierta...).

La mañana transcurre entre desiertos, palmeras, ruinas y locales saludando a los cruceros. Desde la terraza podemos observar multitud de escenas, con un tinte general de pobreza rural.

Una barbacoa a la egipcia

Visitando las ruinas en Falua

Aprovechando el magnífico día de enero, la comida es una enorme barbacoa  en la terraza del barco, bajo los toldos del comedor. Deliciosa, y en un ambiente inmejorable. 

Sin darnos cuenta llegamos a nuestro destino: Kom Ombo.

El templo de Kom Ombo

Desde el mismo barco ya podemos observar el enorme templo de Kom Ombo. Se encuentra a escasos metros de la orilla, elevado en una pequeña colina.

Vista del templo desde el barco (está realmente enfrente)

Este templo se encuentra bastante peor conservado que el anterior. Gran parte del mismo ha desaparecido, o se encuentra esparcido por el suelo de los alrededores. Aún así, la parte que se ha conservado tiene una espectacular profusión de detalles en todos sus rincones. Este templo cuenta con dos cosas realmente interesantes entre los grabados de sus paredes. La primera es un calendario completo y detallado de las festividades del antiguo Egipto. La segunda, realmente curiosa, es una representación detallada del instrumental médico que se utilizaba en la época, que era realmente avanzado.

El Calendario. A ver quien lo entiende...

De nuevo, al estar en la ruta de los cruceros, la afluencia de gente es masiva. Nosotros ni siquiera fuimos capaces de ver algunas de las partes, porque las hordas de turistas ocupaban los principales puntos del templo. A pesar de ello, en esta ocasión íbamos prevenidos y no nos impidieron disfrutar del lugar.

Otro de los atractivos de este templo es que cuenta con un nilómetro en perfecto estado de conservación. Un Nilómetro es una especie de pozo, graduado y con una escalera de acceso que se usaba para medir el nivel de las crecidas del río Nilo, utilizado principalmente para la agricultura.

El Nilómetro de Kom Ombo

De entre todos los relieves, los más curiosos fueron unos que se podían encontrar en múltiples sitios del templo, un tanto explícitos. Uno de las paredes, tenía representada una escena de un parto. La creencia popular decía que tocarlo te hacía más fértil, por lo que después de tantos años, estaba un poco manoseado.

Que picarones estos egipcios... El número de gotitas no siempre era el mismo

Pariendo

Casa tradicional en Kom Ombo

Tras pasear un rato más entre las ruinas, salimos del templo, donde nuestro guía nos aleja de la gente y nos enseña una casa tradicional que tienen preparada para los turistas: El pozo, Los utensilios, la antena parabólica... Un sitio curioso. Muy simpáticos los animales que tienen detrás, incluido un pequeño cabrito la mar de mono.

Una turistada, pero simpática.

Lo de la parabólica iba en serio...

Tras las fotos de rigor, volvemos al barco que se pone en marcha al cabo de un rato, de camino a Aswan. Durante el trayecto, tenemos ocasión de ver una de las puestas de sol mas preciosas que he visto en mi vida. Los colores del cielo son increibles, y el paisaje lo hace todavía más especial. Si a todo eso le sumamos la maravillosa compañía de la que disfruto, se convierte en algo inolvidable. Se que internet está cargado de fotos de atardeceres, pero no puedo resisitirme a poner una imagen para aquel momento tan especial.

Puesta de sol en el Nilo. La foto no refleja lo hermoso que era aquello en persona.

Llegada a Aswan

Tras un rato de navegación, y una deliciosa cena (con fiesta de disfraces incluida) llegamos a la ciudad de Aswan, ya bien entrada la noche. El descenso de la temperatura ahora que el sol se ha ocultado es bastante importante, lo que nos obliga a abrigarnos bastante para permanecer en cubierta.

Aswan es una ciudad grande y preparada para el turismo. Dado que hay numerosos puntos de interés turístico, es un punto típico de las rutas. Todos los cruceros terminan aquí, ya que la presa impide continuar. Al otro lado de las dos presas, se encuentra el impresionante Lago Nasser, que veremos otro día.

El paisaje de Aswan de noche es curioso, lleno de luces de los hoteles. Incluso una pequeña montaña al otro lado del Nilo se encuentra iluminada.

Llegando a Aswan

De momento todo lo que resta es irse a dormir, y disfrutar de un relajador aunque corto sueño. Mañana madrugamos para coger el avión que nos llevará a Abu Simbel, para luego volver en el mismo día.

Buenas noches,

Rhadamon.

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Egipto 2011: Día 5: Templo de Edfú

Buenos dias!

Un día mas nos levantamos en Egipto, esta vez en el crucero, aparcado junto al primero de los destinos de hoy: El templo de Edfú. Tras un generoso desayuno, nos ponemos en marcha allí.

Nada más salir del barco, junto al embarcadero, nos encontramos un enorme enjambre de calesas (carros de caballos, ver este post) esperando a los pasajeros de los diferentes barcos que han parado allí. La imagen de todos los cruceros apilados en el muelle como cajas de cigarrillos es bastante peculiar.

Dejamos aparte las calesas y nos subimos al bus (mas cómodo y rápido). A través de una carretera polvoriento llegamos al recinto del templo. El parking de la entrada no es gran cosa, una esplanada de asfalto junto a unas pocas tiendas de recuerdos. El frontal del templo se asoma a lo alto no demasiado lejos.

Seguimos el camino que nos lleva hasta el templo, y en seguida quedamos impresionados por la impresionante fachada del templo. Se alza majestuosa, en un magnífico estado de conservación, mostrando todo el esplendor que debió tener en su día.

El frontal del Templo de Edfú

La agresiva arena del desierto, capaz de destruir cualquier cosa, ha servido en este caso para conservar el templo, enterrándolo por completo. En el siglo XIX, los franceses lo desenterraron, y hoy en día es uno de los mejores conservados de todo Egipto, está prácticamente intacto.

Pasear entre sus impresionantes muros, columnas, pasillos... es una sensación sobrecogedora. Las enormes dimensiones y los cuidados detalles hacen de este sitio una máquina del tiempo. Las escenas de las paredes cuentan historias espectaculares, relacionadas con los faraones y los dioses. Este templo está dedicado al dios Horus.

La imagen de Horus en las paredes del templo.

Tras cruzar las puertas, el interior es tan espectacular o mas que el frontal del templo. Las paredes, columnas, capiteles... Hasta los suelos están en perfecto estado. La profusión de relieves es tal que es difícil encontrar un hueco vacío en todo el templo.

El frontal del templo

Los últimos sitios en los que habíamos estado no habíamos coincidido con demasiada gente. Cuando llegamos el volumen de gente era más o menos normal. Mientras estábamos allí, empezaron a llegar hordas de gente, procedentes de los diferentes cruceros. Casi todos los cruceros llevan los mismos horarios, por lo que casi toda la gente visita el templo en horarios muy similares.

El interior del templo es maravilloso, pero poco a poco la densidad de gente empieza a crecer. Cuando conseguimos llegar al final del templo, hay tanta gente que ni es posible mantener el orden. Los empujones, pisotones y malas caras abundan entre las milenarias paredes.

En lo más profundo del templo encontramos una pequeña sala, donde una barca sagrada en perfecto estado de conservación se encuentra expuesta al público. Los agobios de la gente llegan aquí al climax, donde cualquier resquicio de educación o buenos modales desaparece solo para poder ver la barca. La sensación es realmente desagradable. Lo maravilloso del lugar se ve empañado por estos agobios.

La barca sagrada

Los agobios para ver la barca... un sinsentido

Esta situación se debe principalmente a que la gente tiene prisa. Tienen 15 minutos para ver el templo y después tienen que volver al crucero. Esta prisa puede jugar a nuestro favor, ya que nosotros disponemos de mas tiempo para disfrutar del templo, y podemos ir a los sitios mas alejados fuera del recorrido habitual. Salimos por un pasillo lateral al exterior del templo. Los muros exteriores son de gran belleza, y no hay literalmente nadie allí. Sitio perfecto para restaurar un poco de paz en nuestro ánimo.

Los muros exteriores. El interior está abarrotado, pero aquí no hay nadie.

Uno de los tesoros de este templo son unos impresionantes Halcones de piedra, de más de tres metros de alto, y de una belleza espectacular. Recordad que el templo está levantado en honor a Horus, y su símbolo es el Halcón.

Uno de los dos impresionantes Halcones del templo de Edfú

Junto a la entrada, pasa casi desapercibido un pequeño templo, de construcción posterior (romana, creo), y también muy hermoso. La espectacularidad del gran templo hace que este pequeño no parezca gran cosa, pero merece la pena parar unos minutos para contemplarlo.

Un pequeño templo en el camino de entrada al templo principal

Tras pasear un rato más por el recinto del templo, tomamos el camino de vuelta, de camino al autobús para volver al crucero. Embarcamos y nos ponemos en marcha hacia Kom Ombo.

Hasta pronto,
Rhadamon.