Cerca de Plilvice se encuentra un pequeño pueblecito, que resulta curioso de ver, sobre todo desde fuera, ya que se encuentra encajado en la ladera de una montaña sobre un acantilado, y el agua forma torrentes que cruzan el pueblo formando cascadas. No llegamos a entrar, simplemente paramos a verlo, pero resultó una parada muy curiosa.
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| Una de las cascadas en Slung |
Karlovac
Volvemos al autobús, y nos desviamos un poco de la ruta en dirección a Karlovac, la ciudad de la guerra. Esta ciudad fue la más castigada en la guerra de los Balcanes, alargándose el conflicto hasta varios años después del fin de la guerra. La ciudad en sí no tiene nada interesante, salvo su museo de la guerra.
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| Tanques para todos los gustos |
Museo quizá sea un término un tanto exagerado, ya que de momento no han construido el museo. Lo que se pueden encontrar son algunos tanques y aviones usados durante la guerra. Al lado hay una casa que han dejado tal y como quedó tras la guerra. Prácticamente solo quedan unas paredes llenas de agujeros de bala, pero da una idea de la dureza del conflicto.
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| Morteros y MIG |
Resulta impresionante ver los enormes MIGs soviéticos, sobre todo los restos de uno de ellos, que seguramente derribaron y volvieron a juntar todos los pedazos. Si iba alguien dentro mas le vale que consiguiese salir…
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| Lo que quedó del MIG |
Mientras vemos los imponentes tanques, un niño juega a nuestro alrededor con los tanques y las ametralladoras como si de su patio de juegos personal se tratase (seguramente viviese muy cerca y se acercase aquí a jugar). Resulta un tanto espeluznante ver al chaval subido en el tanque cogiendo la ametralladora…
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| Un peculiar patio de juegos |
Tras un rato paseando, nos volvemos a subir en el autobús camino a nuestro siguiente destino, donde pasaremos la noche.
Hotel en Opatija
Llegamos al hotel en Opatija (se pronuncia "Opatia"). Nos alojamos en el hotel Bristol. Se trata de un antiguo palacio rehabilitado. Sus altos techos y sus gruesas paredes (casi un metro de ancho, sin exagerar) daban fe de ello. Descargamos las maletas, nos cambiamos de ropa y salimos a dar un paseo antes de la cena.
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| La Habitación del Bristol |
Resulta agradable pasear por el paseo marítimo (donde lo hay). Un mercadillo junto al mar hace las delicias de muchos, y suple las necesidades de regalos para el retorno. Tras estirar las piernas y los bolsillos, volvemos al hotel a cenar e irnos a dormir, que después del intenso día nos lo hemos ganado.
Buenas noches
Rhadamon.
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